Reinserción laboral: el rol de las empresas en evitar la reincidencia de personas que estuvieron privadas de libertad
Gendarmería capacita a internos de acuerdo a su riesgo de reincidencia y han logrado que dicha tasa se reduzca significativamente entre quienes participan de programas de trabajo intrapenitenciarios.
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Jonathan Rivera se capacitó como desabollador y pintor automotriz gracias a una oportunidad que le entregó Gendarmería mientras cumplía una condena de 15 años. Junto a otro exrecluso ingresó a una empresa del rubro por un programa de reinserción y ya llevan cinco años trabajando en ese lugar. “Desde que estoy acá, cambió mi vida. Mi familia está muy contenta porque vieron un cambio en mí”, contó a DF.
Tiene cuatro hijos y dos sobrinos que dependen de él. Su hijo mayor está en la universidad, y su hija pronto ingresará a la educación superior. “Siempre hay una oportunidad que te puede dar la vida y hay que aprovecharla”, comentó.
La historia de Jonathan tiene componentes de superación y esperanza. Pero este no es siempre el caso. El camino de una persona que estuvo privada de libertad para acceder a un empleo formal no es fácil. Y si bien son más los que abandonan sus trabajos y reinciden, las empresas que los han acogido dicen que, a pesar de los tropiezos, el proceso vale la pena.
Modelo de intervención
Según cifras de Gendarmería, la tasa de reincidencia de las personas que no participaron en programas de trabajo intrapenitenciario, es de 45% a los 12 meses desde que se cumplió la condena, pero baja a 21,9% entre quienes sí acceden a oportunidades durante su reclusión.
Para promover la resinserción social de la población privada de libertad, desde 2007 la institución comenzó a aplicar progresivamente el Modelo de Riesgo, Necesidad y Responsividad (RNR).
Este modelo, que opera en varios países, se usa para identificar los factores o condiciones de riesgo de cada persona para trabajar en ella a través de un plan de actividades personalizado. Hoy se aplica transversalmente en los tres sistemas de reclusión: cerrado, abierto y postpenitenciario.
“Si sensibilizamos a la empresa en gestionar o dar la oportunidad de tener cupos laborales para personas que cuenten con antecedentes vamos a atacar finalmente un tema tan importante como la seguridad pública”.
Diego Flores, Tutor psicosocial de Paternitas
“Vale totalmente la pena, porque sacar a una persona del circuito de la delincuencia, que descubra que puede ser un aporte a la sociedad, a pesar de lo que haya hecho, es apoyarlo no solo a él, sino a su familia”.
Paulina Moreno, jefa de selección y desarrollo organizacional de Parque del Recuerdo
“Desde que estoy acá, cambió mi vida. Mi familia está muy contenta porque vieron un cambio en mí (...) Siempre hay una oportunidad que te puede dar la vida y hay que aprovecharla”.
Jonathan Rivera, Trabajador en el sector de mantenimiento automotriz
Para realizar la evaluación inicial de cada interno e identificar su nivel de riesgo de reincidencia, se utiliza el Inventario para la Gestión de Caso/Intervención (IGI), así como entrevistas y visitas domiciliarias, entre otras herramientas.
Quienes tienen buena conducta, es decir, no se involucran en peleas, asisten a las capacitaciones y a la nivelación educativa, van mejorando su evaluación IGI y pueden ser seleccionados para participar en programas de reinserción.
Match entre fundaciones y empresas
Una vez que los internos han sido capacitados, deben buscar oportunidades en los emprendimientos que se desarrollan de manera intrapenitenciaria, o deben buscar cupos laborales. Es en este momento cuando intervienen organizaciones como Juntos por la Reinserción, que articuló una red de más de 30 instituciones de la sociedad civil, que conectan con empresas.
Entre las compañías que han participado están Mall Plaza, Parque del Recuerdo, Buin Zoo y Coca Cola, por nombrar algunas.
“Nuestro trabajo es hacer un ‘match’ entre las empresas y las fundaciones”, explica a DF la directora de Juntos por la Reinserción, Bernardita Frez. Tienen varias áreas de acción, pero la más importante es su bolsa laboral.
En términos de resultados, han trabajado con cerca de de 100 empresas, han conseguido más de 400 cupos laborales y han capacitado a más de 500 personas. Haciendo énfasis en que lograr la reinserción social es difícil, Frez reconoce que la tasa de éxito es relativamente baja: de los 400 cupos que han conseguido, 110 han logrado realmente insertarse laboralmente, y de ellos solo un 35% ha logrado una permanencia igual o mayor a tres meses.
“Apuntamos a que las personas se mantengan en el lugar de trabajo tres meses o más, porque así existe un 75% de probabilidades de que luego de un año estén en ese lugar de trabajo o en otro, generando un cambio en la trayectoria delictual”, detalla.
Eso sí, aclara que la tasa de éxito depende de cada organización. En el caso de Mujer Levántate, que opera en el Centro Penitenciario Femenino (CPF) San Joaquín -donde reside la mayor cantidad de población femenina privada de libertad de la Región Metropolitana- los programas implementados han logrado que un 94% de las egresadas no reincida.
En Juntos por la Reinserción exigen a las fundaciones un mínimo de acompañamiento de seis meses, que se aplica como un seguimiento quincenal de manera presencial o telefónica. Pero hay instituciones, como Paternitas, que ofrecen un acompañamiento de un año o más.
“Este rol de acompañante o tutor psicosocial justamente permite trabajar tanto el manejo de la frustración en las personas que se están insertando, como también sensibilizar a las jefaturas directas respecto de la temática de reinserción laboral”, dice a DF uno de los tutores psicosociales de Fundación Paternitas, Diego Flores.
“Si sensibilizamos a la empresa, al mundo privado, en gestionar o dar la oportunidad de tener cupos laborales para personas que cuenten con antecedentes vamos a atacar finalmente un tema tan importante como la seguridad pública”, plantea.
¿Qué dicen las empresas?
C&G es una compañía que provee recursos humanos a las empresas en varias áreas de negocios. Una de ellas es facility, que entrega servicios de aseo al retail, y donde se emplean cerca de 2 mil personas, de un total de 5.700 que conforman la compañía.
Es en este segmento donde han sumado personas en reinserción social. “Para ser franco, tenemos casos muy exitosos que hasta el día de hoy permanecen trabajando. Pero facility es un área compleja, más allá de donde venga el personal, porque tiene una alta tasa de rotación”, reconoce a DF el jefe de reclutamiento, selección y formación en Grupo C&G, Carlos Carreño.
El perfil de los candidatos también depende de los requerimientos del cliente. De hecho, el proceso de reinserción actualmente está en pausa porque están aplicando nuevos métodos de selección para ajustarse de mejor manera al perfil de los candidatos que buscan los retailers.
“Pero sí ha sido una buena experiencia. Nos ha servido para mejorar y apoyarnos también en nuestros procesos internos de reclutamiento y ver cómo nosotros podemos, como compañía, aportar a este objetivo de reinserción”, reflexiona.
Parque del Recuerdo es otra de las empresas que ha otorgado cupos laborales, como parte de su programa de inclusión (y que contempla también a migrantes, adultos mayores y personas con discapacidad, entre otros).
El 11 de septiembre de 2019 ingresaron dos personas con cupo de reinserción. “Después del primer mes uno de ellos recibió su sueldo y no volvió más”, cuenta a DF la jefa de selección y desarrollo organizacional de Parque del Recuerdo, Paulina Moreno.
Así se dieron cuenta de que el desafío no era solo que los exreclusos aprendieran sobre las sensibilidades propias del trabajo en un parque cementerio, sino que también sobre las normas de tener un empleo formal.
“¿Qué es lo más difícil? Más que qué hacer y cómo hacerlo, la rutina de cumplir horarios porque tu compañero te necesita. Avisar las inasistencias”, reconoce. Por eso, dice, “trabajar de la mano con la fundación que lo apoya es clave, entender que no estamos solos nosotros como empresas, ni él como colaborador”.
Han sido cinco años con tropiezos, porque el trabajador que ingresó en 2019 no cumplió su reclusión nocturna en pandemia y tuvo que volver por cinco meses a la cárcel. Se cuestionaron qué hacer, y decidieron esperarlo.
Pese a las dificultades, son optimistas. “Vale totalmente la pena, porque sacar a una persona del circuito de la delincuencia, que descubra que puede ser un aporte a la sociedad, a pesar de lo que haya hecho, es apoyarlo no solo a él, sino a su familia. El impacto es importante”, afirma Moreno.
Entregar un cupo laboral puede ser difícil para una empresa, reconoce Frez, de Juntos por la Reinserción. “Pero hay acciones que son más accesibles, como donar excedentes tributarios para hacer capacitaciones en oficios o comprar regalos corporativos de los emprendimientos que están adentro del recinto. Apoyar a las fundaciones con alguna asesoría o mentoría en particular o cualquier tipo de alianza que pueda fortalecer a las organizaciones es algo que es súper simple. Esa es la invitación”, concluye.